Bernardo Arévalo asumió la presidencia de Guatemala la madrugada de este lunes, con más de nueve horas de retraso y meses después de una lucha judicial, atribuida a su promesa de combatir a los corruptos de la élite política y económica del país.
Minutos después de la medianoche, el sociólogo de 65 años juró como presidente para un mandato de cuatro años en un acto solemne en el Teatro Nacional, en el centro de la capital.
Juramentación y toma de posesión del presidente de la República @BArevalodeLeon y la vicepresidenta @KarinHerreraVP en la Gran Sala Efraín Recinos del Centro Cultural Miguel Ángel Asturias. #TransmisiónDeMandoGT pic.twitter.com/Jbk5n2gZ9d
— Gobierno Guatemala (@GuatemalaGob) January 15, 2024
La ceremonia se retrasó por una inédita jornada parlamentaria en la que los diputados salientes y luego los de la nueva legislatura se enfrascaron en debates a favor y en contra de la minoritaria bancada de Arévalo.
Y es que tras horas de debates, el Congreso saliente declaró independientes a los 23 diputados de Semilla, argumentando que obedecía la orden judicial que suspendió al partido por supuestas irregularidad en su creación en 2017.
Pero en un giro inesperado, luego de instalado el nuevo parlamento, Semilla logró mediante acuerdos con otros partidos políticos que se revirtiera esa decisión. Recuperaron su bancada y consiguieron la presidencia del Congreso.
La incertidumbre en torno a la investidura de Arévalo provocó que los representantes de Estados Unidos, la Unión Europea, la OEA y presidentes latinoamericanos, presentes en Guatemala, urgieran al Congreso a cumplir con la voluntad expresada por los guatemaltecos en las urnas. La espera fue tan larga que varios de los dignatarios invitados al acto dejaron Guatemala sin ver a Arévalo con la banda presidencial.
Arévalo pasó inesperadamente en junio del año pasado a la segunda ronda de la elección presidencial enfrentando una candidata conservadora aliada del oficialismo, a quien venció cómodamente con un 60% de los votos.
Desde entonces, enfrentó una ofensiva judicial que denunció como un “golpe de Estado”, detrás del que estaría la élite conservadora que por décadas ha regido el destino del país. A la cabeza de esa ofensiva, la Fiscalía intentó retirarle la inmunidad a Arévalo, desarticular su partido y anular los comicios, argumentando que hubo anomalías electorales.
Arévalo sustituirá al derechista Alejandro Giammattei, quien ha sido vinculado con la “élite corrupta” y durante cuyo gobierno se exiliaron decenas de fiscales, jueces y periodistas que denunciaron actos de corrupción.
Analistas advierten que lo más duro está por venir y no descartan que la Fiscalía continúe la persecución y solicite al Congreso retirarle la inmunidad de presidente. Arévalo adelantó que esta misma semana le pedirá la renuncia a la fiscal general Consuelo Porras, a la cabeza de la ofensiva judicial y quien fue ratificada en su puesto por Giammattei hasta 2026.