Pasada la elección intermedia, arrancó ya el proceso para la elección del 2024. Por ello el presidente ya se quiso adelantar y aumentar sus posibles candidatos ante los problemas para Claudia Sheinbaum y Marcelo Ebrard después de la tragedia evitable de la Línea 12 del metro. Sin embargo, antes de las elecciones presidenciales hay dos paradas.
La primera es si se enjuicia a los políticos del pasado, el mal llamado juicio a los expresidentes. La segunda parada es la posibilidad de revocar el mandato del presidente.
El juicio a los políticos del pasado está programado para agosto de este año. Esto tendrá al presidente López Obrador muy ocupado en seguir en modo polarizador.
La revocación de mandato la quería AMLO junto con la intermedia, pero se evitó que así fuera y con ello no pudo estar en las boletas de las elecciones que acaban de llevarse a cabo. Pero es un hecho que el presidente quiere que en el 2022 se lleve a cabo la votación para revocarle o no el mandato. Y si la oposición cae en la trampa del presidente de apoyar este ejercicio le estará haciendo un enorme favor.
Esto viene a cuento ya que pasadas las elecciones está muy contenta una parte de la oposición por el resultado en las legislativas y en la CDMX, pero un grupo de empresarios siente que deben de ir más allá y entusiasmar a más ciudadanos a participar en la política para frenar a Morena.
Y ahí, según me comentan dentro de estos círculos de empresarios, ven que no pueden ignorar la revocación de mandato. Ojalá la ignoren. Para lograr que ésta avance, el presidente necesita que alguien presente la solicitud entre noviembre y diciembre de este año, que es el plazo de tres meses a partir de la mitad de su sexenio. El presidente no la puede solicitar, pero podemos anticipar que entre sus muchos habilitadores, alguno hará la solicitud para comenzar a juntar las poco más de 2 millones 800 mil firmas necesarias para que proceda la revocación.
Y ahí es en dónde los empresarios que quieren mayores contrapesos al gobierno deben ignorar la revocación de mandato. Una encuesta de El Financiero publicada después de las elecciones muestra que de haberse hecho la revocación el 6 de junio un 46% habría votado por remover a AMLO y un 49% por dejarlo como presidente. Esto puede poner nerviosos a quienes quisieran ver al presidente perder. Gran error harían si caen en la trampa de querer movilizar a la población para participar en el ejercicio. Hay que tomar en cuenta que al presidente le gusta estar en modo campaña y lo hace bastante bien. Prefiere que el tema sea la revocación de su mandato y apelar al pueblo como sabio en lugar de enfrentar preguntas sobre su desempeño como gobernante.
Para que el proceso de revocación sea válido debe participar cuando menos el 40 por ciento de los inscritos en la lista nominal. Con los números de este año, eso equivale a 37 millones 411 mil electores. Lo mejor que puede hacer la oposición es ignorar el proceso; no caer en la trampa de que con la revocación se puede premiar o castigar al presidente y no permitir que lo asuma como bandera de campaña para evitar la responsabilidad de gobernar.
Veremos si evitan o caen en esta trampa del presidente.
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