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El presidente electo de Estados Unidos, Joe Biden, presentó las líneas generales de su paquete de estímulo económico por 1.9 billones de dólares que pondrá a consideración del Congreso e incluye millonarios recursos adicionales para la vacunación y las pruebas de la Covid-19.

A escasos seis días de asumir el cargo, el líder demócrata da a conocer el llamado “Plan de Rescate Estadounidense”, con el que espera reanimar al aparato productivo del país más golpeado por la pandemia, con 23.3 millones de casos positivos y 387,103 muertes, según el recuento independiente de la Universidad Johns Hopkins.

La iniciativa, que deberá recibir el aval del Congreso al igual que los paquetes aprobados previamente, incluye una ronda de pagos directos por 1,400 dólares, un suplemento de seguro de desempleo de 400 por semana hasta septiembre, una ampliación de la licencia pagada y aumentos en el crédito tributario por hijos, según un resumen adelantado a los periodistas.

De igual forma, destina 160,000 millones de dólares para el programa de vacunación en el país, 20,000 millones para las tareas de distribución de las dosis, así como 50,000 millones de dólares para pruebas.

También propone invertir 170,000 millones en escuelas e instituciones de educación superior, incluido un monto de 130,000 millones para asegurar que los establecimientos educativos puedan reabrir de manera segura pese a la pandemia de coronavirus.

La propuesta contempla aumentar el salario mínimo federal a 15 dólares por hora y estipula 350,000 millones de dólares en fondos de emergencia para gobiernos estatales y locales, señalaron los informes.

En diciembre pasado, el Congreso aprobó un paquete de estímulo económico por 900,000 millones de dólares, que incluyó el pago de 300 dólares a la semana a cada desempleado y prorrogó hasta el 31 de enero una norma que suspendía los desahucios y que iba a expirar a finales de año.

Además, incluyó 325,000 millones de ayuda a pequeñas y medianas empresas, 45,000 millones a los sistemas de transporte público, 13,000 millones en asistencia alimentaria y 82,000 millones para que las escuelas puedan reparar sus instalaciones y adecuarlas a la enseñanza en medio de la pandemia. Para las aerolíneas destinó 15,000 millones para pagar los salarios de sus trabajadores.

En marzo del año pasado, cuando el país sufrió el mayor impacto de la pandemia, el Congreso avaló otro paquete de ayuda, por valor de 2.2 billones de dólares, el mayor de la historia del país.

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, llamó esta tarde a sus partidarios a no realizar nuevas manifestaciones, esto tras las amenazas que hay de nuevas movilizaciones en Washington, en el marco de la toma de posesión de Joe Biden como próximo presidente el 20 de enero.

“A la luz de los reportes de más manifestaciones, insto a que NO haya violencia, NINGUNA violación de la ley y NINGÚN tipo de vandalismo”, dijo Trump en un comunicado emitido por La Casa Blanca.

“Eso no es lo que yo defiendo y no es lo que Estados Unidos defiende. Hago un llamamiento a TODOS los estadounidenses para que ayuden a aliviar las tensiones y calmar los ánimos. Gracias”, señala el breve comunicado.

Y es que en redes sociales, ha circula información sobre llamados a nuevas manifestaciones, que podrían orillar a enfrentamientos y actos como el sucedido la semana pasada en el Capitolio, donde cinco personas perdieron la vida.

Al respecto, el jefe de la Policía de Washington, Robert Contee, anunció este miércoles que ampliaron a más de 20,000 el número de miembros de la Guardia Nacional desplegados para los días previos y durante la ceremonia de investidura de Biden.

Hasta el momento, el máximo de soldados que se iban desplegar desde este fin de semana se estableció en entre 10,000 y 15,000, muchos de los cuales fueron acuartelados anoche en el interior del Capitolio.

El Pentágono considera que el número de efectivos de la Guardia Nacional destinados a reforzar la seguridad en la capital estadounidenses se acerca a los 30,000, a los que se sumarán los cuerpos de la Policía del Capitolio, la Policía de Parques Nacionales, la policía local de Washington y el Servicio Secreto.

“Creo que podemos esperar algo más de 20.000 efectivos de la Guardia Nacional que estarán a lo largo del Distrito de Columbia”, informó el jefe de policía de Washington en funciones.

Las autoridades de Washington se han visto obligadas requerir unidades de la Guardia Nacional de Maryland y Virginia, estados vecinos, así como de una fuerza de reacción rápida especializada en disturbios.

El secretario del Ejército, Ryan McCarthy, dijo el martes al Washington Post que deben ser cuidadosos a la hora de enviar a la Guardia Nacional de otros estados a Washington, ya que hay amenazas de disturbios durante la investidura no solo en la capital, sino también en las sedes de gobierno de los 50 estados del país.

El gobierno de Estados Unidos está planeando exigir a todos los viajeros internacionales una prueba negativa de  Covid-19 antes de volar hacia su país, según informó este martes el diario The Wall Street Journal (WSJ).

El medio, que cita a fuentes anónimas con conocimiento del asunto, apuntó que el anuncio oficial por parte de los Centros Para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) puede llegar hoy mismo y entrará en vigor el 26 de enero, es decir, una vez que Joe Biden se encuentre en funciones.

La orden de los CDC exigirá pruebas del coronavirus a todos los pasajeros que vuelen desde el extranjero, incluidos los estadounidenses que regresen a su país, y se produce en el momento en que preocupa la expansión de la nueva variante del virus registrada en el Reino Unido y de la que ya se han encontrado varios casos en Estados Unidos.

Desde finales de diciembre, el país ya exige la presentación de una prueba de coronavirus negativa realizada como máximo 72 horas antes del viaje a quienes vuelan desde aeropuertos británicos.

La medida afecta a un número relativamente pequeño de viajeros porque, en marzo, el presidente Donald Trump, ya restringió la entrada de extranjeros procedentes de Reino Unido, lo que redujo el tráfico aéreo entre ambos países en un 90%, de acuerdo con datos oficiales.

Actualmente, Estados Unidos prohíbe la entrada de viajeros de numerosos países, incluidos los de la Unión Europea (UE), a menos que sean ciudadanos estadounidenses, residentes permanentes o tengan alguna exención.

En su información, el WSJ no aclara si las pruebas de Covid-19 sustituirán a esas medidas o si se sumarán a ellas, aunque la segunda opción resulta más probable, pues es la que se está empleando con el Reino Unido.

El diario, en todo caso, recuerda que las aerolíneas llevan tiempo demandando sustituir las restricciones de viaje y las cuarentenas con pruebas para todos los pasajeros y que escribieron recientemente al vicepresidente saliente, Mike Pence, defendiendo esa idea.

El FBI ha advertido que hay planes de protestas de personas armadas en las capitales de los 50 estados y en Washington en los días previos a la investidura del presidente electo Joe Biden, lo que hace que revivan los temores de más enfrentamientos y asaltos, después de la irrupción al Capitolio la semana pasada.

A través de un boletín interno, el FBI advirtió que podrían registrarse marchas en todo el país a partir del fin de semana y extenderse hasta la toma de protesta de Biden el 20 de enero, de acuerdo con dos funcionarios del orden público que leyeron detalles del memo a la agencia The Associated Press (AP).

Los investigadores creen que algunos de los manifestantes son integrantes de grupos extremistas, de acuerdo con los funcionarios. La cadena ABC también reportó sobre el boletín de la agencia estadounidense.

“Protestas armadas están siendo planeadas en los 50 capitolios estatales del 16 de enero hasta al menos el 20 de enero, y en el Capitolio federal del 17 de enero hasta el 20 de enero”, se lee en el boletín, de acuerdo con uno de los funcionarios

El FBI emitió al menos un boletín, que van dirigidos a las agencias policiales de todo el país, antes de los disturbios de la semana pasada. El 29 de diciembre advirtió sobre la posibilidad de que manifestantes armados irrumpieran en legislaturas, dijo el funcionario bajo condición de anonimato.

El general del Ejército Daniel Hokanson, jefe de la Agencia de la Guardia Nacional, dijo el lunes a los reporteros que la Guardia también está vigilando en todo el país. “Nos mantenemos atentos en todo el país a fin de garantizar que estamos monitoreando, y que nuestra Guardia en todos los estados mantiene una estrecha coordinación con sus agencias locales de policía para brindar cualquier apoyo solicitado”.

Los disturbios sucedieron luego de llamados por internet a cometer actos de violencia en Washington para los últimos días de la presidencia de Donald Trump. Un tuit en el que Trump prometió que el evento del pasado miércoles “será una locura” avivó un “frenesí de todo un mes de provocaciones, formulación de estrategias y adopción de la violencia contra los legisladores”, de acuerdo con un grupo de investigación que rastrea la actividad de extremismo en línea.

La información del FBI surge a la par de que el secretario interino de Seguridad Nacional, Chad Wolf, se convirtiera este lunes en el tercer miembro del gabinete de Donald Trump en renunciar tras los hechos en el Capitolio. El funcionario no aclaró si su decisión de dimitir está relacionada con ese incidente.

La renuncia de Wolf, que anunció su decisión en una carta, llega además un día antes de que Trump visite la frontera con México para inspeccionar los avances en el muro antes de abandonar la semana que viene el poder.

La oficina de prensa del Departamento de Seguridad Nacional (DHS) dijo que Wolf dejaría su puesto a las 23:59 horas de este lunes. Pete Gaynor, administrador de la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias (FEMA), asumirá el cargo de secretario interino, dijo la oficina.

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, prometió este viernes seguir dándole una “voz” a sus seguidores, un día después de sus promesa de una transición ordenada luego de que el Congreso certificó a Biden como presidente electo.

“Los 75,000,0000 de personas que votaron por mi, tendrán una VOZ GIGANTE a futuro. No se les faltará el respeto ni se les tratará de forma injusta en ninguna forma, manera o vía”, escribió Trump en Twitter, sin dar ningún otro detalle.

Paralelamente, un portavoz del equipo de transición, dijo que el presidente electo, Joe Biden, está concentrado en prepararse para asumir el cargo y dejará que el Congreso, el vicepresidente Mike Pence y el gabinete del presidente Donald Trump “actúen como mejor les parezca” en los asuntos de la acusación y la 25a Enmienda.

El portavoz Andrew Bates hizo la declaración en respuesta a una pregunta de Reuters sobre los llamados para que Trump sea acusado luego del ataque del miércoles contra el edificio del Capitolio de Estados Unidos por partidarios de Trump.

En un segundo mensaje, Trump rechazó que vaya a acudir a la toma de posesión de Biden el próximo 20 de enero.

Según informes no oficiales, la Cámara de Representantes asegura que iniciará un juicio político a mediados de la próxima semana si el vicepresidente Mike Pence y el Gabinete no invocan la Enmienda 25 para destituir al presidente.

Adicional, se ha señalado que el Departamento de Justicia de los Estados Unidos no descarta presentar cargos en contra del presidente Trump por incitar y motivar a los manifestantes a que asaltaran el Capitolio.

Medios estadounidenses reportan que un grupo de miembros del gabinete de Trump han sostenido reuniones informales para discutir el uso de la Enmienda 25 y remover al presidente de su puesto. Entre los funcionarios que habrían participado se encuentran el secretario de Estado, Mike Pompeo, y secretario del Tesoro, Steven Mnuchin.

 La cadena CNBC informó que de acuerdo a tres fuentes consultadas, no hubo un avance formal sobre el tema, ya que consideraron que el proceso legal tomaría más de una semana, lo que significa que el esfuerzo probablemente no tenga un efecto inmediato. 

También se debatió si los encargados de oficina de algunos de los departamentos podrían participar en una votación de este tipo. También había preocupaciones de que presionar al presidente Trump a dejar el cargo empeoraría las tensiones entre la base del partido, lo que podría causar más daño a largo plazo.

El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador (AMLO) celebró este viernes el anuncio que la tarde de ayer hiciera su homólogo estadounidense, Donald Trump, donde condenó los disturbios que se registraron en el Capitolio por parte de sus seguidores, y en donde prometiera que habría una transición de poder “ordenada”.

En medio de crecientes pedidos para destituirlo, Trump finalmente denunció la violencia que un día antes se vivió en Washington, que dejó cinco muertos, incluido un policía.

El mandatario pidió en un mensaje en video la reconciliación y prometió una transición ordenada. A diferencia de ayer, donde dijo que prefería no opinar, esta mañana López Obrador sí abundó en el tema.

“Aprovecho para celebrar que ayer hubo un comunicado del presidente Trump garantizando que va a llevarse a cabo una transición ordenada, pacífica (…) Creo que es una buena noticia”, dijo el mandatario.

Ayer, López Obrador se limitó a decir que deseaba que prevaleciera la democracia y la paz en el país vecino.

Cuando fue cuestionado sobre si asistiría a la toma de posesión de Joe Biden, AMLO aseguró no haber recibido invitación para asistir a la toma de posesión de Biden. “Esperamos que les vaya muy bien (a los estadounidenses), sobre todo que le vaya muy bien a su pueblo”, añadió, para explicar que no suele viajar mucho al exterior desde que asumió el poder en 2018, aunque recordó el viaje que hizo a Washington en julio pasado

Recordemos que López Obrador ha dicho en reiteradas ocasiones tener “muy buena relación” con Trump, y esperó hasta mediados de diciembre, más de un mes, para reconocer a Biden como presidente electo.

Adicional, AMLO continuó con su condena a que Facebook y Twitter “censuraran” a Trump. “Esto que hicieron estos días en Estados Unidos es una mala señal, es un mal presagio, de que deciden empresas particulares silenciar, censurar, eso va en contra de la libertad, entonces no se vaya a estar creando un gobierno mundial con el poder del control de las redes sociales”, dijo.

El mandatario tachó de “arrogancia” y “prepotencia” a la carta de Mark Zuckerberg, fundador de Facebook, en la que detalla por qué removió los contenidos de Trump. Asimismo, reafirmó su opinión de que las actitudes de las empresas tecnológicas se comparan a la Santa Inquisición.

“Un tribunal de censura, como la Santa Inquisición, pero para el manejo de la opinión pública, es gravísimo, claro que hay que estar pensando en opciones, en alternativas, porque sí creo que fue un antes y un después”, remató.

La presidenta de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, la demócrata Nancy Pelosi, ha pedido al vicepresidente, Mike Pence, que invoque la 25ª enmienda de la Constitución para destituir al presidente, Donald Trump, sugiriendo que el Congreso podría comenzar un proceso de juicio político (‘impeachment’) si Pence y el Ejecutivo no actúan.

“Al llamar a este acto sedicioso, el presidente ha cometido un asalto indecible a nuestra nación y a nuestro pueblo”, afirmó Pelosi en una rueda de prensa.

La posibilidad de hacer uso de la 25ª enmienda se comenta desde ayer que se produjo el asalto al Capitolio por parte de partidarios de Trump durante la sesión conjunta en la que el Congreso de Estados Unidos se disponía a ratificar la victoria de Joe Biden en las elecciones del 3 de noviembre.

Esta enmienda, con la que la Constitución se actualizó tras el asesinato de John F. Kennedy, estipula en su sección IV que el vicepresidente, en este caso Mike Pence y la mayoría de los miembros del gobierno pueden plantear por escrito al Congreso que el presidente no puede seguir en el cargo.

Pence asumiría en este hipotético caso el poder, mientras que a Trump solo le restaría impugnar el proceso, ya sin margen de maniobra por la inminencia de la toma de posesión de Biden. El vicepresidente no ha dado muestras por ahora de dar este controvertido paso.

Si bien esta enmienda se invocó durante la Presidencia George W. Bush, fue en dos ocasiones y por razones médicas, por lo que nunca se ha hecho para apartar a un presidente del cargo. En este sentido, no se aplicó la sección IV sino la III, según la cual el presidente puede ceder temporalmente el mando del país a su ‘número dos’ por incapacidad.

En su mensaje, la demócrata se refirió a Trump como “una persona muy peligrosa que no debería continuar en el cargo”.

Al llamado de Pelosi se unió Chuck Schumer, el demócrata de mayor rango en el Senado, quien indicó que “la forma más rápida y eficaz de destituir a este presidente de su cargo, algo que se puede hacer hoy, sería que el vicepresidente (Pence) invoque inmediatamente la enmienda 25”.

En un mensaje aparte, el presidente electo, Joe Biden, acusó a Trump de desatar “un asalto total” contra las instituciones democráticas y causar uno de los “días más oscuros” en la historia del país, en referencia a los hechos registrados ayer.

“Desencadenó un asalto total contra las instituciones de nuestra democracia desde el principio”, dijo Biden.

El presidente electo Joe Biden sostuvo que la turba enardecida que irrumpió en el Capitolio en Washington son “terroristas domésticos” y culpó de los sucesos directamente al republicano.

En declaraciones en Wilmington, Delaware, Biden dijo que los cientos de partidarios de Trump que invadieron el Capitolio no son manifestantes sino una “turba insurrecta, terroristas internos”. Dijo que Trump es culpable de “tratar de usar una turba para acallar las voces de casi 160 millones de estadounidenses” que votaron en noviembre.

Dijo que el presidente ha hecho patente su desdén por la democracia y la Constitución, el estado de derecho en todo lo que ha hecho, además de que lanzó un “ataque frontal” a las instituciones democráticas del país, lo que desembocó en la violencia.

Biden acusó a las autoridades de haber tratado a los manifestantes pro-Trump con mayor condescendencia que a los participantes de una protesta antirracista que fueron dispersados a la fuerza el año pasado en Washington.

“Si hubiese sido un grupo del (movimiento antirracista) Black Lives Matter el que protestaba ayer… hubiera recibido un trato muy distinto al que recibió la turba de matones que invadió el Capitolio”, afirmó Biden. “Todos sabemos que eso es cierto, y es inaceptable”, remató.

Horas después de que partidarios del presidente Donald Trump irrumpieran en el Capitolio de Estados Unidos en un intento por impedir la certificación de Joe Biden como próximo presidente, el Congreso certificó formalmente la madrugada de este jueves la victoria electoral del demócrata.

El Congreso reanudó la noche de ayer el proceso de certificación del triunfo de Biden en el Colegio Electoral, tras las caóticas escenas vividas en el Capitolio. Después de un debate que se extendió hasta las primeras horas del jueves, el Senado y la Cámara de Representantes rechazaron dos objeciones al recuento y certificaron el cómputo final de 306 votos para Biden y 232 para Trump en el Colegio Electoral.

Al declarar los totales finales de la votación, el vicepresidente Mike Pence dijo que “debería ser considerada como una declaración suficiente de las personas elegidas presidente y vicepresidenta de Estados Unidos”.

La vicepresidenta electa, Kamala Harris, asumirá el cargo junto a Biden.

Aunque el resultado del proceso de certificación nunca estuvo en duda, la sesión fue interrumpida por una turba que superó las vallas metálicas de seguridad, rompió ventanas y escaló muros para irrumpir en el Capitolio. La policía dijo que cuatro personas murieron durante los disturbios, una por heridas de bala y tres por emergencias médicas, y que 52 personas fueron arrestadas.

El asalto al Capitolio fue la culminación de meses de una escalada retórica divisiva en torno a los comicios del 3 de noviembre, con reiterados comentarios falsos de Trump sobre una votación amañada y llamados a sus seguidores para que le ayudaran a revertir su derrota.

Minutos después de la certificación, La Casa Blanca emitió un comunicado en el que se comprometía a “una transición ordenada el 20 de enero”, día que Biden llegue al poder, aunque volvió a mostrarse “totalmente en desacuerdo con el resultado de las elecciones”.

“Siempre he dicho que continuaríamos nuestra lucha para asegurar que solo se contaban los votos legales. ¡Aunque esto representa el fin del mejor primer mandato en la historia presidencial, solo es el comienzo de nuestra lucha para hacer a Estados Unidos Grande de Nuevo!”, añadió, citando su lema electoral.

La declaración de Trump, publicada en Twitter por su asesor de comunicación Dan Scavino, fue probablemente lo más cerca que estará el mandatario saliente de reconocer la derrota en las elecciones, algo que ha prometido a sus seguidores que “nunca” hará.

El presidente electo de Estados Unidos, Joe Biden, denunció la irrupción en el Capitolio de simpatizantes del presidente Donald Trump, al que ha pedido que “defienda la Constitución” y pida “el fin del asedio”.

“No es una protesta. Es una insurrección”, afirmó Biden en un mensaje esta tarde, en el que ha instado a Trump a “dar la cara” en televisión y “pedir el fin de este asedio” protagonizado por la “turba” de sus seguidores. Estas acciones “rayan en la sedición” y “deben terminar ya”.

“Pido al presidente Trump que salga ahora mismo en la televisión nacional y cumpla con su juramento y defienda la Constitución y exija el fin de este asedio (…). El mundo está observando”, advirtió Biden.

“En este momento nuestra democracia está sufriendo un ataque sin precedentes, como ninguno que hayamos visto en los tiempos modernos”, añadió.

El demócrata reprochó a los asaltantes este “ataque al estado de derecho” perpetrado en Washington, “bastión de la libertad”. “Basta”, ha remachado Biden. “Las escenas de caos en el Capitolio no reflejan a los auténticos Estados Unidos. No representan lo que somos. Lo que vemos es a un pequeño grupo de extremistas entregados a la ilegalidad”.

La irrupción de los seguidores de Trump se ha producido en medio de la certificación de los votos del Colegio Electoral que iba a dar la victoria definitiva a Biden. “La certificación del Colegio Electoral  debería ser un ritual sagrado en el que afirmamos la majestad de la democracia estadounidense”, dijo Biden.

El futuro presidente de los Estados Unidos concluyó su mensaje indicando que a pesar de lo que se ha visto hoy en la capital del papis, “sigo siendo optimista sobre las increíbles oportunidades” que tiene el país.

Foto: Twitter @igorbobic

El Congreso de Estados Unidos se reunirá mañana para ratificar el resultado de las elecciones de noviembre pasado, un hecho que los aliados del presidente Donald Trump planean aprovechar para lanzar un último desafío a lo votado por los estadounidenses.

No hay ninguna perspectiva de que la sesión en el Congreso cambie el resultado de los comicios, es decir, la elección de Joe Biden como próximo presidente, pero sí se espera un largo debate y varias votaciones.

Según las leyes que rigen el proceso electoral de Estados Unidos, ambas cámaras del Congreso deben reunirse ese día en una sesión conjunta que comenzará a las 13:00 horas para abrir y contar los certificados de los votos electorales correspondientes a cada estado del país.

La sesión, que debe estar dirigida por el vicepresidente estadounidense, en este caso, el republicano Mike Pence, normalmente es una mera formalidad para validar resultados que ya ha corroborado el Colegio Electoral, que se reunió el pasado 14 diciembre en cada estado y ratificó la victoria de Biden.

Sin embargo, basta con que un miembro de la Cámara Baja y otro del Senado presenten una objeción a los resultados en uno de los estados para desatar un debate y una votación de ambas cámaras sobre la posibilidad de no contar los votos electorales en ese territorio.

Recordemos que al menos trece senadores republicanos y más de cien congresistas de ese partido en la Cámara Baja han adelantado que presentarán o respaldarán objeciones a los resultados en varios estados.

Los senadores, liderados por Ted Cruz, aseguran que no pretenden revertir el resultado de las elecciones, sino dar voz a aquellos que creen que los comicios no fueron justos, a pesar de que no hay ninguna prueba de que hubiera un fraude o irregularidades masivas, como denuncia Trump.

Los legisladores piden que el Congreso cree una comisión electoral para “llevar a cabo una auditoría de emergencia con una duración de diez días de los resultados electorales en los estados disputados”, afirmaron en un comunicado conjunto el sábado.

Mañana, los certificados de los votos electorales se abrirán por orden alfabético, con el objetivo de contarlos para corroborar qué candidato presidencial superó la barrera de 270 votos electorales que da las llaves de La Casa Blanca. Los legisladores republicanos no han aclarado sobre en qué estados presentarán objeciones, pero es posible que lo hagan en los seis territorios donde Trump ha cuestionado la victoria de Biden: Arizona, Georgia, Michigan, Nevada, Pensilvania y Wisconsin.

Por cada estado sobre el que un congresista y un senador presenten una objeción, la sesión conjunta entrará en receso y se abrirán debates separados de un máximo de dos horas en cada una de las dos cámaras, seguidos de votaciones en sus respectivos plenos sobre la posibilidad de rechazar los resultados.

Debido a las precauciones relacionadas con la pandemia, las votaciones en la Cámara Baja duran normalmente una hora o más, por lo que es posible que se tarde de tres a cuatro horas en resolver las objeciones en cada estado. Si los legisladores cuestionaran los resultados en los seis estados citados, es posible que la sesión dure 24 horas o más y, si son menos los territorios desafiados, es probable que el proceso se retrase igualmente hasta la madrugada del jueves.

La pregunta que ronda la sesión del Congreso mañana es si hay opciones de revertir el resultado de las elecciones. De acuerdo a la mayoría de los analistas, la respuesta es que no.

La oposición demócrata controla la Cámara de Representantes, por lo que los republicanos no tienen opciones de superar una votación por mayoría en ese recinto, algo que se requiere para rechazar el resultado en cualquier estado.

La sesión terminará irremediablemente con Pence declarando a Biden como ganador de las elecciones, por mucho que se alargue la reunión y que Trump y sus aliados confíen en que el vicepresidente pueda de alguna forma influir en el proceso y manipularlo, algo que los tribunales ya han aclarado que no es posible.

“Espero que Mike Pence nos ayude. Si no lo hace, no me caerá tan bien”, dijo Trump este lunes durante un mitin en Georgia.

Los ciudadanos de Georgia se encuentran en medio de una la jornada de votación en la que se decidirá si el presidente electo de Estados Unidos, Joe Biden, deberá lidiar con una mayoría opositora en el Senado, o si tendrá una gestión más cómoda, al definir los dos asientos que faltan para completar la composición de la Cámara.

En un mitin realizado ayer, Trump reiteró sus acusaciones de que la elección presidencial del 3 de noviembre, en la cual obtuvo 74.2 millones de votos frente a los 81.2 millones del candidato demócrata, fue fraudulenta; denunció a los políticos republicanos que han validado el resultado, ratificado por el Colegio Electoral en diciembre pasado.

En Georgia, donde Biden fue el primer triunfador demócrata desde 1992, ninguno de los candidatos al Senado obtuvo una mayoría suficiente y la ley electoral de ese estado hizo necesaria una segunda ronda que pone en juego la mayoría que el Partido Republicano ha mantenido en la Cámara Alta del Congreso federal durante varias legislaturas.

En la votación de noviembre los republicanos se aseguraron 50 curules en el Senado y los demócratas aumentaron uno a los que tenían, para lograr un total de 48. Si los candidatos demócratas ganan hoy en Georgia, habrá un empate de 50 escaños en la Cámara Alta estadounidense, lo cual dejaría las decisiones en manos de la vicepresidenta electa, Kamala Harris.

Una de las contiendas que deberá dirimirse hoy enfrenta al demócrata Raphael Warnock, un pastor de una iglesia de Atlanta en la cual predicó el líder de los derechos civiles Martin Luther King, asesinado en 1968, y Kelly Loeffler, senadora republicana designada hace un par de años.

Según el promedio de encuestas de opinión de la plataforma 270towin.com, Warnock cuenta con el respaldo del 50.2% de los votantes y Loeffler tiene el apoyo del 47.4%.

En la otra contienda, el demócrata Jon Ossof, un exfuncionario legislativo y periodista, compite por un puesto en el Senado federal con David Purdue, un empresario cuyo mandato en la Cámara Alta concluyó el domingo pasado.

El promedio de encuestas de 270towin.com da a Ossoff el 50.2% del apoyo entre los votantes comparado con el 47.4% para Perdue.

En Georgia hay 7,6 millones de votantes registrados, de los cuales unos 4.8 millones de ciudadanos asistieron a votar en noviembre.

Se espera que la participación sea excepcionalmente alta, con más de 3 millones de sufragios que ya han sido emitidos en la votación anticipada, y lo más probable es que los ganadores no se sepan esta misma noche, debido a lo ajustado que se espera sean los resultados.

Donald Trump y Joe Biden viajan este lunes a Georgia para apoyar a sus candidatos de cara a la elección de mañana para definir quién tendrá el control del Senado, cuyo resultado tendrá un impacto decisivo en el comienzo del mandato del futuro presidente demócrata.

Dos meses después de los comicios, Trump sigue sin reconocer su derrota pese a las auditorías, los nuevos recuentos y las múltiples decisiones de los tribunales que señalan lo contrario.

En una sorprendente llamada, revelada ayer por el diario The Washington Post, el mandatario republicano pidió el sábado al encargado de las elecciones en Georgia “encontrar” las papeletas necesarias para anular su derrota en este estado clave.

Hace 20 años que Georgia no elige a un demócrata para el Senado. Pero, si logran la hazaña, los candidatos Raphael Warnock, un pastor afroestadounidense de 51 años, y Jon Ossoff, un productor audiovisual de 33, inclinarán la Cámara Alta hacia su partido.

De conseguirlo, el Senado quedaría con 50 escaños para cada fuerza, por lo que la futura vicepresidenta Kamala Harris tendría el voto decisivo, haciendo que la balanza se inclinara hacia su lado en esta cámara hoy de mayoría republicana.

Joe Biden ofrecerá un discurso en Atlanta, capital de Georgia, mañana por la tarde. Por su parte Donald Trump hablará por la noche en el que debería ser su último gran mitin antes de salir de La Casa Blanca el próximo 20 de enero.

Se espera que el republicano sea recibido como un héroe en Dalton, una circunscripción rural y conservadora del noroeste de Georgia.

“Todo está en juego” en la elección del martes, “el futuro de nuestro país”, lanzó Kamala Harris durante un mitin en Savannah, gran ciudad colonial en la que hizo campaña junto a los dos candidatos demócratas.

Los sondeos muestran a los candidatos empatados: Jon Ossoff se enfrentará a David Perdue, mientras que Raphael Warnock competirá contra Kelly Loeffler. Aunque los republicanos parten como favoritos, los demócratas se apoyan, en la victoria del 3 de noviembre de Biden, el primer triunfo para un miembro de este partido en Georgia desde 1992.

Pobre AMLO, tan cerca de Trump…y tan lejos de Joe Biden. El presidente López Obrador que se había acomodado tan bien con el xenófobo, misógino, antimexicano de Trump y de pronto ya no lo tendrá más en La Casa Blanca. ¿Qué le espera a la relación bilateral a partir del próximo 20 de enero que asuma el poder Joe Biden?

Empezando por lo complicado, la relación arranca con tensiones en materia de seguridad y política energética. En seguridad lo más complejo estará, desde el primer minuto, en la cooperación. La Ley de Seguridad Nacional que envió el presidente al legislativo el 7 de diciembre y que ya fue aprobada en el Senado y Cámara de Diputados tomó por sorpresa al gobierno de EUA – primer problema. Esta ley generará ganancias para los grupos criminales que verán poca cooperación entre ambos países por las prohibiciones y reglas que impone en el trabajo conjunto de inteligencia.

En política energética, a La Casa Blanca llega el equipo más preocupado y dispuesto a ocuparse en lograr que EUA sea un país que utilice energías limpias y renovables y deseche las fósiles, sucias y caras. Biden ha decidido crear un nuevo puesto en el gabinete para John Kerry como zar para el cambio climático. Esto anticipa un choque de trenes con un Andrés Manuel López Obrador y su política energética que es el exacto opuesto: enfocada en rescatar a Pemex vía la refinación y llevándose entre las patas a la CFE a la cual obliga a producir energía con el combustóleo que nadie más le compra a Pemex.

Entre los puntos de convergencia está el comercio y la migración. Entre todos los principios neoliberales, el único que el presidente López Obrador no ha decidido tachar de su lista es el acuerdo comercial con Estados Unidos y Canadá, el T-MEC. La convergencia que se ha logrado en esta área entre México y EUA es tan grande que por más que Trump quiso deshacerse del tratado original, el TLCAN, no pudo y lo reacomodó.

Biden va a ser, de entrada, un presidente más institucional. En el ámbito comercial esto significará que dejaremos de ver las políticas nacionalistas de “America First” que llevaron a Trump a imponer tarifas y aranceles de forma abrupta y unilateral, muchas veces simplemente anunciadas a través de twitter. Con Biden ya no veremos esto lo que será una primera buena señal, aun tomando en cuenta que el próximo presidente deberá hacer buen malabarismo para empujar y apoyar el libre comercio con México y darle gusto a los votantes de cuello azul de Michigan, Wisconsin y Pennsylvania que le ayudaron a ganar la elección y sienten que el TLCAN y ahora el TMEC son la causa de la caída en su nivel de vida y desempleo.

Lo mismo puede decirse en migración. Ya no veremos la amenaza sorpresiva de imponer tarifas arancelarias a cambio de que México haga el trabajo sucio. Biden ha anunciado que buscará un camino legar para los Dreamers. Entre ellos, la mayoría son méxicoamericanos. Más allá de estos migrantes, Biden ha anunciado que las deportaciones van a ser revisadas lo mismo que la política de asilo que incluye el ‘Remain in México’ que ha complicado tanto la zona fronteriza del país al no tener la capacidad de recibir y mantener a los centroamericanos que se quedan atorados en lo que se resuelve su situación.

Las áreas de oportunidad estarán en combate a la corrupción y respeto a los Derechos Humanos. Con Biden en La Casa Blanca a AMLO le llega la hora de probar que sus promesas de acabar con la corrupción y luchar por los derechos humanos en México no son solamente retórica.

 

Columna completa en El Universal

Los simpatizantes del presidente le creen todo ciegamente. Lo que dice es tan irreal que el otro lado cree que puede simplemente ignorarlos y seguir adelante como si no existieran. Aún cuando ya se ha recurrido a la violencia, el otro lado parece pensar que se trata solo de unos cuantos. La gran pregunta del 2021 será saber qué pasará con Donald Trump y sus simpatizantes una vez que llegue Biden a La Casa Blanca. ¿Pueden simplemente ignorarlos los demócratas?

Trump ha utilizado twitter sin freno a lo largo de su presidencia para soltar mentira tras mentira. Desde que perdió la presidencia no ha parado de señalar que hubo fraude. Ha presentado múltiples demandas en las que los argumentos simplemente no han podido sostenerse frente a un juez y por ello las ha perdido todas.

Pero esa derrota legal no ha ocurrido ante la opinión pública. Trump señala que si solo se contaran los votos legales él ganaría. Los votos ilegales son, por supuesto, los que recibió Joe Biden. Argumenta que ningún presidente ha ganado una elección sin ganar Ohio y Florida y que como él ganó ambos estados, pues es imposible que Biden haya triunfado. Esto, además de no ser un argumento jurídico para demostrar fraude, es falso. Basta recordar que en 1960 Nixon ganó ambos estados y perdió la elección ante John F. Kennedy.

La gran preocupación es ¿qué hacer con los millones de estadounidenses que le creen a Trump el cuento del fraude electoral? Hasta ahora la estrategia de los demócratas y de Joe Biden parece ser de ignorarlos. Sí, Biden ha dicho que va a gobernar para todos, pero los simpatizantes de Trump no quieren eso.

En una demanda escandalosa interpuesta por el Procurador de Texas solicitando que se eliminarán a los electores de Georgia; Pennsylvania; Michigan y Wisconsin para que las legislaturas de esos estados escogieran a quienes votarían por el presidente el pasado 14 de diciembre, la Suprema Corte le puso un alto. Pero no puede dejar de alarmar que 126 miembros de la Cámara de Representantes y Procuradores de 17 estados en los que ganó Trump se sumaron a esta petición de Texas. El presidente del partido republicano en ese estado se fue tan lejos como sugerir que podrían separarse de Estados Unidos y conformar su propia Unión de Estados.

Los simpatizantes de Trump están convencidos de que les robaron la elección. Viven en una realidad alternativa. Varios de ellos han enviado mensajes amenazando la vida de los funcionarios encargados de validar la elección. Entre ellos, nada más y nada menos que Joe DiGenova, abogado de la campaña Trump, que dijo que Christopher Krebs, quien fuera director de la Agencia de Ciberseguridad del Departamento del Interior hasta que Trump lo despidió por declarar que la elección no fue fraudulenta, debía ser asesinado. Estos llamados a la violencia no pueden pasar como simples locuras.

Pretender ignorar a los simpatizantes del presidente no parece ser la mejor estrategia. La democracia de Estados Unidos se vio amenazada. La próxima elección puede tener un resultado más cerrado. O el próximo presidente que quiera mantenerse en el poder puede tener un mejor equipo legal que la vergüenza que ha resultado ser Rudolph Giuliani.

La amenaza a la democracia sigue presente, aun cuando el 20 de enero salga Trump y llegue Joe Biden a La Casa Blanca. No será sencillo para el demócrata gobernar en un país en el cual casi el 50 por ciento de la población lo siente como ilegítimo.

Columna completa en El Universal

El presidente electo de Estados Unidos, Joe Biden, eligió a la diputada Deb Haaland como futura secretaria de Interior, la primera indígena estadounidense en el puesto.

Elegida en 2018, Haaland es diputada nacional por Nuevo México e integrante de la comunidad Laguna Pueblo. De ser confirmada por el Senado, sería la primera indígena estadounidense en dirigir un departamento de ese nivel.

Su elección correspondería con la anunciada intención de Biden de constituir el gabinete más diverso de la historia de La Casa Blanca, además de que ayudaría a dar un nuevo rumbo a las convulsas relaciones del departamento con los pueblos originarios.

El Departamento de Interior es una gran agencia de más de 70,000 empleados que supervisa los recursos naturales del país, incluyendo los parques nacionales, los sitios de petróleo o gas, así como las tierras originarias, hogar de las 578 tribus reconocidas federalmente.

Haaland, de 60 años, se dedicó especialmente en el Congreso a la mejora de los servicios de las comunidades nativas, como la asistencia durante la pandemia de coronavirus, que afectó sobremanera a familias indígenas, y a los esfuerzos para proteger la naturaleza y mitigar el cambio climático. Es también vicepresidenta del Comité de Recursos Naturales del Congreso, que supervisa Interior.

“Sería un gran honor el hacer avanzar la agenda climática de Biden-Harris, ayudar a reparar las relaciones entre gobiernos con las tribus que la administración de Trump ha estropeado, y servir como la primera secretaria de gabinete nativa americana de la historia de nuestra nación”, afirmó Haaland en un comunicado que publicó el diario The New York Times.

Esta elección de Biden es vista, sin embargo, como una difícil decisión ya que le haría perder a una demócrata en la Cámara de Representantes en momentos en que la mayoría del partido pende de un hilo. Pero una campaña pública en apoyo al nombramiento de Haaland ha ido ganando peso y docenas de líderes tribales pidieron a Biden que la integrara en su gabinete.