JORGE SUÁREZ-VÉLEZ

REFORMA

 

 

 

Finalmente sabemos qué espera Estados Unidos de la renegociación del TLC. No hay sorpresas, pero prevalece la narrativa de reducir el déficit con México, lo que delata el analfabetismo económico y comercial del presidente Trump.

 

Para él todo déficit comercial es igual y denota derrota. No es así. El mayor déficit de EU es con China. Un intercambio de $579 mil millones de dólares produjo un déficit de $347 mil millones. EU compra más de China que viceversa. El desbalance es lógico, la economía del primero es 70% más grande, el PIB per cápita 7 veces mayor, y el gasto en consumo es 70% del PIB en EU y 50% en China. Con México el comercio es similar, $525 mil millones, con un déficit de sólo 63 mil.

 

Pero México sí es socio de EU, China no. Las cadenas de abasto de nuestros países y Canadá están integradas. Un automóvil exportado desde Norteamérica cruza seis veces nuestra frontera norte. Pero el producto es terminado en nuestro país. Eso hace que EU lo “importe”. Sin embargo, 40% de las partes de éste fueron producidas en EU, y probablemente lo exporta una filial de la empresa automotriz estadounidense, por lo que la ganancia se reflejará en el balance contable de ésta, beneficiando otra parte de la balanza de pagos estadounidense.

 

México es la plataforma ideal de Norteamérica para exportarle al mundo el producto terminado, pues tenemos el mayor número de acuerdos comerciales. En EU se habla demasiado del impacto de la mano de obra barata de México en el precio final de un automóvil, por ejemplo, pero es tres veces mayor el beneficio arancelario que nuestra plataforma ofrece. Sin México, EU perdería competitividad internacional para exportar y su déficit global crecería.

 

Si la preocupación de Trump son los déficits comerciales estadounidenses, su peor error fue salirse del TPP. Ese acuerdo hubiera permitido que nuestra muy competitiva región ganara participación en el mercado asiático, una región muy poblada y con creciente poder adquisitivo. Eso hubiera reducido su déficit con Japón (69 mil millones), pero incluso con México, pues las partes de lo que hubiéramos exportado desde México seguirían proviniendo de EU.

 

Trump lleva décadas sin entender de comercio. En los ochenta escribió sobre el déficit con Japón como si afectara su hombría. Los votantes debieron alarmarse de su limitado entender, pues aun rodeándose de gente informada (no lo hizo, pues escucha a Navarro y a Wilbur Ross, epítome del mercantilismo), es difícil articular políticas que le lleven la contra al Presidente.

 

En México pasaría lo mismo si López Obrador llega a Los Pinos. Ni él ni su equipo de analfabetas económicos, como Jalife y Ackerman, entienden las bondades de que México esté integrado a esa gran cadena de abasto. Son proteccionistas. Se ha manifestado a favor de invertir en refinerías, ha dicho que la extracción de petróleo es muy fácil, cree que la solución está en sembrar árboles maderables en el sur, y todo lo resuelve con gasto del gobierno. Nunca ha propuesto una política pública sensata que implique alguna profundidad de análisis. Podría resultar letal cuando México no sólo necesita apuntalar las reformas en temas de energía, telecomunicaciones y educación, sino que urge enfrentar temas críticos: la necesidad de formalizar nuestra economía, de invertir en investigación, de desarrollar políticas que fomenten inclusión y de cerrar la brecha entre las habilidades que la economía del siglo XXI demanda y las que nuestro paupérrimo sistema educativo ofrece, además urge desarrollar un Estado de derecho.

 

Las fallidas políticas públicas de Trump afectarán a millones de estadounidenses. México no puede arriesgarse a un demagogo en el poder.

 

A Gerardo Ruiz Esparza: nuestro “mal rato” empezó hace 5 años con usted al frente de SCT. Muestre un ápice de pundonor renunciando.

 

 
@jorgesuarezv 

 

Ana Paula Ordorica es una periodista establecida en la Ciudad de México. Se tituló como licenciada en relaciones internacionales en el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM) y tiene estudios de maestría en historia, realizados en la Universidad Iberoamericana.



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